sábado, 5 de febrero de 2011

Infancia es destino.

             Psic. Licia López Carrillo

            La importancia de la paternidad es tan trascendente como la huella indeleble que queda en muchas de nuestras actitudes ante la vida, aún  de adultos. Y es que en nuestras personalidades quedan tatuadas muchas de las vivencias de nuestra infancia, si bien con el tiempo y un buen proceso psicológico podremos asimilarlas y digerirlas, el aprendizaje mayor que tendremos es saber que esos recuerdos son parte de nuestra historia y de quienes somos.

Es por ellos que cuando oigo la frase “infancia es destino” re elaboro y considero que la paternidad ejercida marca el “destino de la infancia”, ya que las reacciones ante situaciones que pudieran darse en el seno familiar si son vividas de forma inmadura y caótica por los padres, se trasmitirán al infante como la idea de un mundo amenazante. Ya que los padres son las ventanas a la vida a través de las cuales los niños  comienzan su contacto con el exterior, esto es, si se crece en el seno de una familia donde un progenitor es temeroso, violento, angustiado o depresivo, etc. El niño percibirá un mundo con estos matices. Y peor aún, enfrentará los obstáculos de la vida con estos sentimientos que provocarán actitudes aprendidas en la infancia. Si un niño crece con  un modelo alarmista que exagera las dificultades de adulto se sentirá frecuentemente rebasado por la adversidad, incluso antes de intentarlo. Si crece en el seno de una familia donde la pareja lo hace partícipe de sus discusiones, estará desarrollando patrones equívocos y poco sanos de lo que debería ser el amor de pareja. Por mencionar algunos ejemplos.
 
Luego entonces, la importancia de la paternidad no es solo engendrar, sino formar  sana y amorosamente individuos que salgan a la vida sin cargas heredadas. De ahí que el dicho; es más padre el que cría que el que engendra adopte una dimensión monumental, ya que formar a un ser pleno y libre de miedos es en realidad una empresa grandiosa

2 comentarios:

  1. Pienso que para entender el comportamiento de nuestros hijos tenemos que conocernos mejor, al igual que nuestra pareja, lo que ellos ven en nosotros, como somos, es lo que vamos a transmitirles, y como lo mencionas la paternidad transciende...
    Sal

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  2. Efectivamente, lo que somos como individuos y lo que conformamos como pareja es trascendental. La paternidad es un misión tan monumental como el destino social de nuestra humanidad. Por ello requiere un acto reflexivo profundo y una autoexploración para ver si se tiene la capacidad de criar sin dañar.
    Saludos

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