Psic. Licia López Carrillo
A pesar del sentido negativo que solemos asociar con el concepto de estrés, éste es un mecanismo mantenido a lo largo del tiempo con el fin de garantizar la supervivencia.
En el inicio de la era humana el estrés generado ante un peligro nos permitía reaccionar enfrentando el peligro o huyendo. Ya que gracias a él, nuestro organismo se activa y puede responder de manera más efectiva, esta excitación debería tener una duración igual a la exposición del suceso que lo desencadenó, una vez afrontada la dificultad el organismo vuelve a su estado de activación normal.
En el inicio de la era humana el estrés generado ante un peligro nos permitía reaccionar enfrentando el peligro o huyendo. Ya que gracias a él, nuestro organismo se activa y puede responder de manera más efectiva, esta excitación debería tener una duración igual a la exposición del suceso que lo desencadenó, una vez afrontada la dificultad el organismo vuelve a su estado de activación normal.
Tenemos la idea equivoca de que el estrés se presenta exclusivamente con situaciones extremas, eso era más evidente cuando la sobrevivencia de la especie era la preocupación máxima del humano, pero actualmente son pocas las situaciones en las que debemos afrontar un peligro considerable para nuestra integridad física.
Sin embargo, a pesar de la baja frecuencia de amenazas externas intensas, nadie pone en duda que el estrés está muy presente en la sociedad actual. En general, cierto nivel de estrés nos ayuda a afrontar mejor las situaciones a las que nos exponemos diariamente, este efecto positivo del estrés moderado y puntual favorece, no sólo a la calidad de las respuestas automáticas, sino también a nuestro rendimiento cognitivo.
Desafortunadamente, cuando el estrés se desencadena ante situaciones que han dejado de ser controlables o que se extienden por demasiado tiempo, comienzan a aparecer efectos indeseables, alterando el funcionamiento de los diversos sistemas de nuestro organismo.
El hombre antiguo tenía muy claro que amenazaba su vida y al desaparecer disminuía la reacción ante el peligro y regresaba a la calma, el hombre moderno percibe amenazas subjetivas, situaciones de peligro que no son muy claras por lo tanto no logra distinguir cuando acaban y no logra el regreso a la calma y relajación. Por lo que tiende a vivir en un eterno estado de alerta que lo desgasta, es importante hacer una introspección y verificar las fuentes de tensión para poder distinguir y establecer cuando es momento de darse un tiempo buscar herramientas que ayuden para volver a la calma.
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