lunes, 29 de agosto de 2011

Violencia Social (Segunda Parte)


Psic. Licia López Carrillo
            Se mencionó anteriormente que la violencia es un fenómeno social que nos afecta a todos de una u otra forma y que desde el aspecto psicológico es siempre la expresión de la incapacidad para tolerar la impotencia que el contexto genera en ciertos individuos.  Y que esta frustración lleva al violento a enquistar un odio por su prójimo que lo lleva destruir lo que el otro tienen y el no ha podido lograr, al llegar a estas conductas el ser humano pierde su dignidad y por ello se atreve cada vez más a actos más violentos e inhumanos.

Por ello, las poblaciones marginales y los jóvenes suelen ser los grupos de captación del crimen organizado. Sus carencias, sus faltas de expectativas y oportunidades, junto con la ausencia de valores reales los hunde en la desesperanza y les crea el espejismo de la vida fácil como una salida.

¿De esta forma justificamos al violento?

De ninguna manera. Entender algunas de las causas sociales que gestan estas generaciones violentas con las cuales hoy en día nuestra nación se enfrenta, nos permitirá establecernos diferentes puntos desde los cuales se pueden dar cambios. Y nos ayudará a reflexionar lo que como sociedad no estamos haciendo correctamente para que la violencia se presente como una forma “habitual” del comportamiento de nuestra especie. 

Como mencionábamos, la violencia social es producto de la marginalidad no solo de la que ocasiona la pobreza, la falta de educación, o de oportunidades, sino también la que provoca el monopolio de la riqueza en unos cuantos  solapado por el poder que ostentan los gobiernos. Esto deja fuera del sistema y de  la oportunidad de crecimiento económico a muchos. 

Los gobiernos y la sociedad ha  perdido la posibilidad de escuchar  y de darse cuenta que tener grupos sociales fuera del sistema tiene que ver con una poca capacidad social de compartir, de una pérdida de valores sociales. El dejar a otros afuera es un error del sistema, el desafío es enmendar el error e incluirlos, desafío que tiene mucho que ver con la educación y el crecimiento, no solo de los cuerpos policiales sino de toda la nación.

Violencia Social I. (Primera parte)

Psic. Licia López Carrillo

            Siendo de mucho interés para todos y puesto en la mira nacional esta semana, el tema de cómo resolver la violencia que vive el país es la conversación cotidiana. 

La falta de seguridad, la ausencia de resultados contundentes en la escalada del crimen organizado y los alcances de los hechos violentos no son ajenos al conocimiento de todos nosotros. El tema de una unificación de mandos policiales, su pertinencia o no y toda la retahíla de descalificaciones partidistas que le han seguido, más por una necesidad de oposición  que de analizar y gestionar a favor del bien común de nuestra nación.

Son puntos que les dejo a quienes tengan competencia en el tema. Sin embargo desde la perspectiva psicológica podríamos obtener información que nos ayudaría a visualizar la violencia desde diferentes ángulos y quizá en algunos de ellos aportar para la solución.

Aspectos de interés general.

Primero que nada hay que entender que la violencia nos afecta a todos, no a una sola persona o a un solo grupo social, a TODOS. Debido a que la violencia es una manifestación social del comportamiento humano, tarde o temprano si no se hace  algo al respecto esa violencia impensable del Norte del país la tendrá exactamente al lado.

Desde lo psicológico, la violencia es siempre expresión de una intolerancia a la propia impotencia, es la perdida de la posibilidad de actuar humanamente y, por consiguiente implica una denigración del lo humano. Esto es, según Bucay, lo que sucede cuando el odio se enquista en el ser humano, se cree que no hay más que destruir al prójimo y el objetivo se desplaza en conseguir lo que necesito o no permitir que tengan lo que yo no puedo tener.

¿Y Cuáles son los grupos sociales de los cuales se nutre la estructura del crimen?

La población marginal y los  jóvenes,  algunos nacen en el seno de familias que generación tras generación han seguido en el mismo estrato social, con las mismas carencias, sin avances ni económicos ni académicos. Otros con algunos privilegios tienen en común la falta de oportunidades.

Cansados de no lograr nada, impotentes ante la carencia, han aprendido a no esperar y arrebatan. Ante la crisis de valores y con la ausencia de figuras de formación morales, se corrompen y a violentan contra la sociedad. 
Son la generación de la desesperanza.

El escenario de las emociones.


Psic. Licia López Carrillo

  El cuerpo habla de situaciones emocionales que no se pueden resolver y preocupaciones que no se expresan con palabras. La revista Psicología Positiva afirma que las enfermedades psicosomáticas se presentan cuando un síntoma físico es el resultado de un desequilibrio emocional que persiste a través del tiempo, a la vez que indica que hay personas más susceptibles que otras a padecer estas afecciones, trasladando rápidamente alteraciones emocionales a nivel físico, como si el cuerpo fuera el escenario de los procesos no resueltos del individuo.
  

 Por supuesto, existen diferencias individuales en el modo de enfermar, tanto a nivel psíquico como a nivel físico, por ejemplo; en algunas personas cuya salud física ha sido muy buena durante toda su vida, el trastorno emocional puede persistir durante mucho tiempo sin llegar a manifestarse de forma clara a nivel físico aunque su organismo sí estará debilitado, de manera que tendrá mayor facilidad para contraer enfermedades comunes, como la gripe, menor vitalidad, síntomas leves como dolores de cabeza, problemas digestivos u otros como  cansancio crónico, etc.

 ¿Por qué sucede esto?

Todos estamos sometidos a acontecimientos estresantes a lo largo de nuestra vida,  una persona puede sentir  ansiedad ante uno de estos acontecimientos, la ansiedad conlleva una serie de síntomas físicos como palpitaciones y liberación de las llamadas hormonas del estrés. Cuando la ansiedad se produce muy a menudo no es extraño, pues, que pueda acabar produciendo enfermedades físicas o alteración del funcionamiento en determinados órganos, es decir, nuestros estados emocionales influyen en nuestro cuerpo.

Nuestra forma de ver el mundo también influye en los síntomas crónicos, las personas con sentimientos y pensamientos crónicos de desesperanza, desamparo y depresión que  además tienen poca capacidad para enfrentarse a los acontecimientos estresantes o resolver los problemas de sus vidas (la llamada resiliencia), tienen más probabilidades de tener enfermedades crónicas.

viernes, 12 de agosto de 2011

Apoyo y compañia


Psic. Licia López Carrillo
La presencia de los otros en nuestras vidas nos lleva en ocasiones a las fricciones y diferencias, incluso en la neurosis del día a día los aglomeramientos son percibidos como molestos y  tratamos de evitarlos. Sin embargo, sería importante  cuestionarnos: ¿qué tan viable es la vida sin los otros? ¿Sin la gente que nos rodea, sin la pareja que nos acompaña, la familia que está cercana o los amigos que se hacen presentes?

El aislamiento vulnerabiliza al hombre y al mismo tiempo lo margina de su humanidad, le impide desarrollar empatía con sus iguales y lo endurece, lo vuelve propenso a la frialdad de los actos poco compasivos y lo limita para la bondad. Es por ellos que la socialización y el sentirse aceptado por un grupo, es vital para la formación saludable de la personalidad.

Crecer con la certeza de estar acompañado, de poder recibir ayuda en el momento en que se necesite,  así como comprender que cada persona es parte vital de un enorme rompecabezas humano en donde cualquier pieza faltante alterará el resultado nos ayudará a comprender ,y más importante a enseñar, que la humanidad es una maquinaria perfecta en donde todos y cada uno tienen un lugar trascendental .Y es de ahí inevitable afirmar que el ser humano es un ente sociado que requiere la compañía, la convivencia y el intercambio con los otros para enriquecer  su diario vivir. 



"Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo.
Cada hombre es un fragmento del continente, una parte del todo. 
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
tanto si fuera un promontorio, como si fuera la casa de uno de tus amigos 
o la tuya propia: la muerte de cualquier hombre me disminuye, 
porque estoy unido a toda la humanidad, por eso nunca preguntes 
por quién doblan las campanas; doblan por ti."
John Donne (1572-1631)

Valores y Antivalores


  Psic. Licia López Carrillo

Tuve la oportunidad de escuchar a la escritora y conferencista Trixia Valle en su ponencia informativa sobre el Bullying, tema que tristemente se vuelve  más cotidiano en nuestra sociedad. Con un lenguaje ameno y accesible apto para padres de familia y niños, explico la amplia gama de actitudes negativas que construyen el comportamiento del “bulli” (acosador), así también  mencionó que actitudes son más buscadas por estos en los niños que acosan.

Me impresionó gratamente ver a tantos padres de familias que a esas tempranas horas estaban ahí acompañando a sus hijos iniciando, con su participación, la educación en cultura para la paz de sus familias. Una de las temáticas preponderantes de la conferencia fue la de los valores y la necesidad no solo de rescatarlos, sino de re dignificar su verdadero significado. Comparto con la autora la idea de que hablar de valores nunca resulto claro, ni para las generaciones anteriores ni para las actuales, debido a que son conceptos intangibles que en ocasiones están influidos por muchos aspectos que dificultan saber que está bien y que está mal. La búsqueda del reconocimiento y la necesidad de sentirse querido complican  aún más las cosas. Ya que el ser humano busca “pertenecer” o “encajar”  rigiéndose por aquellas conductas o pensamientos que el grupo (sociedad) considere aceptable y que la mayoría de las veces no tienen ningún valor ni trascendencia.

 ¿Cómo poder aprender valores que son complicados de  reconocer, cuando los anti valores están tan a la mano y tan claros?,  que  sucede con una sociedad que puso a la alza las acciones de los conceptos de; “eres lo que tienes”, “como te ven te tratan”, “si no tienes reconocimiento no eres nadie” “ser grosero es cool” mismos  que han generado jóvenes agobiados por una angustia que los lleva a concluir que  serán un don nadie “si  no tienen dinero o poder”.

Ahora, de nada sirve sermonear al hijo con la educación en valores cuando los principales modelos de conducta humana para ellos son los adultos y en primer plano los padres. Y para ello cualquier discurso de moralidad y valores deberá de estar cimentado en la congruencia de las acciones, sino pierde su potencial de enseñanza y se vuelve solo palabrería moralista de un discurso hueco.