Psic. Licia López Carrillo
Se mencionó anteriormente que la violencia es un fenómeno social que nos afecta a todos de una u otra forma y que desde el aspecto psicológico es siempre la expresión de la incapacidad para tolerar la impotencia que el contexto genera en ciertos individuos. Y que esta frustración lleva al violento a enquistar un odio por su prójimo que lo lleva destruir lo que el otro tienen y el no ha podido lograr, al llegar a estas conductas el ser humano pierde su dignidad y por ello se atreve cada vez más a actos más violentos e inhumanos.
Por ello, las poblaciones marginales y los jóvenes suelen ser los grupos de captación del crimen organizado. Sus carencias, sus faltas de expectativas y oportunidades, junto con la ausencia de valores reales los hunde en la desesperanza y les crea el espejismo de la vida fácil como una salida.
¿De esta forma justificamos al violento?
De ninguna manera. Entender algunas de las causas sociales que gestan estas generaciones violentas con las cuales hoy en día nuestra nación se enfrenta, nos permitirá establecernos diferentes puntos desde los cuales se pueden dar cambios. Y nos ayudará a reflexionar lo que como sociedad no estamos haciendo correctamente para que la violencia se presente como una forma “habitual” del comportamiento de nuestra especie.
Como mencionábamos, la violencia social es producto de la marginalidad no solo de la que ocasiona la pobreza, la falta de educación, o de oportunidades, sino también la que provoca el monopolio de la riqueza en unos cuantos solapado por el poder que ostentan los gobiernos. Esto deja fuera del sistema y de la oportunidad de crecimiento económico a muchos.
Los gobiernos y la sociedad ha perdido la posibilidad de escuchar y de darse cuenta que tener grupos sociales fuera del sistema tiene que ver con una poca capacidad social de compartir, de una pérdida de valores sociales. El dejar a otros afuera es un error del sistema, el desafío es enmendar el error e incluirlos, desafío que tiene mucho que ver con la educación y el crecimiento, no solo de los cuerpos policiales sino de toda la nación.