Psic. Licia López Carrillo
La presencia de los otros en nuestras vidas nos lleva en ocasiones a las fricciones y diferencias, incluso en la neurosis del día a día los aglomeramientos son percibidos como molestos y tratamos de evitarlos. Sin embargo, sería importante cuestionarnos: ¿qué tan viable es la vida sin los otros? ¿Sin la gente que nos rodea, sin la pareja que nos acompaña, la familia que está cercana o los amigos que se hacen presentes?
El aislamiento vulnerabiliza al hombre y al mismo tiempo lo margina de su humanidad, le impide desarrollar empatía con sus iguales y lo endurece, lo vuelve propenso a la frialdad de los actos poco compasivos y lo limita para la bondad. Es por ellos que la socialización y el sentirse aceptado por un grupo, es vital para la formación saludable de la personalidad.
Crecer con la certeza de estar acompañado, de poder recibir ayuda en el momento en que se necesite, así como comprender que cada persona es parte vital de un enorme rompecabezas humano en donde cualquier pieza faltante alterará el resultado nos ayudará a comprender ,y más importante a enseñar, que la humanidad es una maquinaria perfecta en donde todos y cada uno tienen un lugar trascendental .Y es de ahí inevitable afirmar que el ser humano es un ente sociado que requiere la compañía, la convivencia y el intercambio con los otros para enriquecer su diario vivir.
"Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo.
Cada hombre es un fragmento del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
tanto si fuera un promontorio, como si fuera la casa de uno de tus amigos
o la tuya propia: la muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque estoy unido a toda la humanidad, por eso nunca preguntes
por quién doblan las campanas; doblan por ti."
John Donne (1572-1631)
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