Psic. Licia López Carrillo
La adversidad plantea siempre un obstáculo en la vida, vida que a los humanos nos gusta imaginar perfecta si solo no existieran los problemas o complicaciones. Sin embargo como todo, lo que rodea la existencia del hombre tiene alguna utilidad incluso aquellos momentos difíciles que nos llenan de temor, la adversidad puede forjar en el carácter humano habilidades excepcionales que fortalecerá una actitud permitiendo tomar la vida con intensidad y autosatisfacción
Las enseñanzas del tesón y el esfuerzo eran llevadas de forma rústicas por las generaciones pasadas en donde todo implicaba un esfuerzo que finalizaba en el alcance de una meta, la perseverancia era un rasgo de carácter que se valoraba. Los niños y los jóvenes tenían que "ganarse" los privilegios o las diversiones extras, todo tenía que ser proporcional a un esfuerzo. De estas adversidades surgían mentes tan perseverantes que no renunciaban fácilmente a sus sueños, metas o ideales.
En la actualidad la niñez y la juventud de hoy es acusada, de entre muchas otras cosas, de apática e incapaz de salir de su zona de confort. La baja tolerancia a la frustración esta fuertemente relacionadas a la crianza actual en donde se puede todo, se tiene todo y sin ningún esfuerzo real. G. Lipovesky en su libro; la era del vacío, nos habla de esta civilización de la abundancia que forja caractéres blandos e inconsistentes, fáciles de manipular pues se rigen por la ley del mínimo esfuerzo y de la persecución una meta inmediata. La recompensa fácil, el éxito rápido, sin disciplina y sin esfuerzo se han vuelto los ídolos de hoy, formando generaciones que fácilmente renuncia a sus sueños e ideales y los cambia sin sentido ni justificación.
Es frecuente ver a padres angustiados ante la desidia de sus hijos, su indiferencia y falta de proyecto de vida, en la mayoría de los casos temen que sea una depresión y en algunos casos lo es, pero no por motivos bioquímicos e incluso no de gravedad emocional. Tristemente lo que a muchos de estos jóvenes sucede es el hastío por la saciedad del exceso de estímulos y recompensas sin sentido ni esfuerzo que los satura y les hace perder a muy temprana edad el espíritu de lucha que se requiere para encontrarle el verdadero sentido a la vida.
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