Diferencia que queda magistralmente explicada por Jorge Bucay en su libro; El camino de las lágrimas. En él nos explica que frecuentemente nuestro temor al dolor y miedo a las pérdidas, hace que se confunda el camino para tomar una decisión o elaborar una ausencia. Pensamos que hay situaciones que “nos hacen sufrir” o personar por las que “sufrimos”, sin embargo el otro –quien está fuera de mi- no tiene ese poder. Puede hacer algo que no me parezca, o algo que no me guste o no me de alegría, puede decir algo que lastime u ofenda, puede incluso no tratarme como me gustaría. Sí, todo eso puede hacer el otro, pero si hace todo esto y no me gusta ¿Por qué me quedo?, ¿es el otro quien hace sufrir? o uno mismo porque se queda.
Es tanto nuestro miedo al fuerte dolor emocional que preferimos sacarle la vuelta y engancharnos al sufrimiento, el dolor es profundo y agudo, da la sensación de no poder sobrevivir, el sufrimiento es una sensación sorda y crónica como esos malestares que de tanto estar ahí se vuelven casi imperceptible y nos acompañan por años robando la capacidad de retomar la vida con intensidad.
¿Cómo poderlos diferenciar?
El sufrimiento no tiene fin, y el dolor sí. Cuando una persona asume su dolor y se da a la tarea de hacer su duelo, emocionalmente se está preparando se está despidiendo de esa persona, etapa o situación, atravesando el duro proceso de aceptar su dolor. Y después de un tiempo sanar y continuar la vida con capacidad de disfrute. Quien se encadena al sufrimiento no tiene la intensidad que el dolor provoca, sin embargo la persona va perdiendo su capacidad de goce y su alegría de vida. El camino del sufrimiento me permitirá auto engañarme y quedarme en la “zona de confort”, a no aceptar lo que sucedió y quedarme sin tomar ninguna decisión estancado sin enfrentarme a ningún cambio aturdido con las actividades diarias haciendo como que no pasa nada. El camino para elaborar el dolor emocional implicará asumir la pérdida, y atravesarlo implicará tomarse un tiempo, salir de circulación para hacer el duelo, y después en el momento indicado re integrarse a la vida con ánimos para seguir adelante.
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