Alguna vez escuche que; cada quien habita el mundo que su mente crea, sin embargo pareciera que al ser humano no le gusta este grado de responsabilidad sobre la propia vida.
¿Por qué es tan difícil alcanzar un estado de plenitud o felicidad?
Respuestas hay muchas y variadas, un buen número de pensadores han dado su punto de vista sobre el tema, sin embargo dependiendo del origen religioso, filosófico e incluso esotérico las respuestas varían. Hoy me gustaría escribirle, amable lector, una respuesta menos mística más cotidiana incluso con riesgo de acercarse a la simplicidad. Que como la naturaleza nos enseña, en ocasiones lo simple es la respuesta. Crecemos con un sinfín de creencias, prejuicios e ideas de las expectativas que los demás tienen de nosotros; la cultura, la familia, la religión etc.… por lo cual nos vamos creando una idea de lo que “debería” ser la felicidad, nos comparamos y nos perdemos en esos modelos que el entorno nos da, e incluso llegamos a pensar que ESO que todo mundo anhela es la felicidad. Resultado: una carrera frenética, una competencia exhaustiva y sin sentido que nos lleva a la insatisfacción o al continuo sentimiento de frustración. ¿Por qué habría de hacerme feliz, eso que tu anhelas? Por qué es lo que se TIENE que hacer, ¿porque los demás lo han establecido?, en realidad toda esta idea de cumplir expectativas viene de una necesidad de pertenecer y por consiguiente evitar esa dolorosa experiencia que es el rechazo. Sin embargo la felicidad no viene de la mano con el certificado de aprobación que los demás nos den de nuestras vidas o lo que todo mundo espera. La felicidad no es una meta sino un camino y es subjetiva, depende de cada individuo, es la capacidad no de obtener algo o alguien sino el proceso para llegar a ello. Si vivo pensando que la vida DEBERÍA ser de tal o cual forma, seguramente cuando no resulte así la frustración me hará sentir contrariado y por consiguiente mi perspectiva del mundo será de desventaja y fracaso por lo cual probablemente esa será mi idea de la vida. Sin embargo, si primero me doy a la tarea de descubrir a través de conocerme bien a mí mismo que es lo que quiero para MI VIDA difícilmente acabaré cumpliendo otras expectativas que no sean las mías. Así la meta estará cortada a la medida de mi sentido de vida por lo cual las comparaciones con los otros estarán demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario