viernes, 17 de septiembre de 2010

Asertividad, una útil herramienta para las relaciones humanas.

Por Licia López Carrillo

La asertividad, suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos. Como una estrategia y estilo de comunicación, se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no-asertividad).
Es una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. La asertividad permite decir lo que uno piensa y actuar en consecuencia, haciendo lo que se considera más apropiado para uno mismo, defendiendo los propios derechos, intereses o necesidades sin tener que agredir u ofender a nadie, ni permitir ser agredido u ofendido, evitando situaciones que causen ansiedad  y fomentando una comunicación fluida.
La asertividad es una actitud intermedia entre una actitud pasiva o inhibida y otra actitud agresiva frente a otras personas, se refleja tanto en el lenguaje hablado como en el lenguaje no verbal;  en la postura corporal, en los ademanes o gestos del cuerpo, en la expresión facial, y en la voz. La persona asertiva suele ser tolerante, acepta los errores, propone soluciones factibles sin ira, se encuentra segura de sí misma y frena pacíficamente a las personas que les atacan verbalmente. La asertividad nos ayuda a impedir que seamos manipulados por los demás en cualquier aspecto y es un factor decisivo en la conservación y el aumento de nuestra autoestima, además de permitirnos valorar y respetar a los demás recíprocamente.

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