lunes, 13 de septiembre de 2010

Negarse a la recuperación

En ciclo de la vida
 Por Licia López Carrillo

Los seres humanos tenemos una fuerte tendencia a aferrarnos al sufrimiento, la cultura en la que hemos sido formados sobre valora  el sufrir y difama al dolor, incentivando conductas de evitación que nos impiden elaborar correctamente una pérdida. Para, posteriormente  en el momento adecuado sanar y continuar la vida. Existen diferencias entre el sufrimiento y el dolor;  el primero no termina nunca, se suele evadir y tener la sensación de estar bien para después precipitarse a estados de ánimo confusos que nos debilitan; irritabilidad, llanto inexplicable y desgano son algunas de las emociones frecuentes. El dolor, si se asume, enfrenta y se hace el duelo correspondiente tiene un fin. Liberando a la persona para continuar con su vida y gozarla con intensidad.
En una ruptura sentimental suele prolongarse el sufrimiento, sobre todo si no se produjo por decisión mutua y se es la parte abandonada. Es de gran ayuda conocer las partes del proceso que se vivirán, así disminuir la angustia que genera  y ayudar en el proceso de asumir el dolor y no quedarse en el sufrimiento.
ü  Insensibilidad o Shock. En algunos enfoques psicológicos le llaman negación. La mente bloquea la realidad, da la impresión de no ser verdad.
ü  Anhelo por la persona amada. Se afronta a ratos la realidad, pero no se acepta totalmente. Se desea que la pareja vuelva y busca su contacto de forma desesperada.
ü  Frustración, rabia y culpa. Se acepta lo que sucede y que no se puede hacer nada. Se idealiza el pasado y se buscan culpables.
ü  Conciencia de la pérdida y soledad. Es cuando el dolor es más profundo, la ruptura se hace evidente y hay sentimientos de confusión y culpabilidad.
ü  Alivio y recuperación. Se comienza a dar un nuevo sentido a la vida, se ve el mundo con más confianza y se goza el presente.

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